martes, 25 de marzo de 2014

Futbolines

Muy pocos sonidos son tan entrañables como el chut metálico de un jugador de futbolín, el maderazo del gol y el caer de la pelota blanca, o el de la bajada de todas las bolas a la bandeja de hierro, al inicio de la partida. Cinco duros, nueve bolas. Los que eran buenos al futbolín, los mejores, no solían sacar sobresalientes en matemáticas, pero tenían claro los goles que había que marcar para ganar. Son leyes del recreo que perduran, o al menos, perduraron medio siglo. Todos hemos tenido los futbolines de nuestra vida, o casi todos. Recuerdo bien los del Salón Play, en Murcia. Se formaban auténticos campeonatos entre maestros del futbolín sin cambio, escuela murciana, de primer nivel mundial. He visto partidos de futbolín en los que la dureza del metal y la rigidez de las filas de futbolistas desaparecían. Los maestros lograban hacer gambetear a sus metálicos pupilos por entre la madera dura, elaborando jugadas de ensueño.
La destreza al futbolín daba caché en la calle. Los que marcaban goles con la defensa asumían rol de tipos duros. Los que dominaban la línea central, solían ser gregarios perfectos, y los letales arriba, los que aguantaban la bola y giraban la muñeca a la velocidad de la luz para engañar al portero, tenían estrella. No creo que Uri Geller pudiera haber hecho doblarse jugadores de futbolín como se podía ver en los salones de juego de Murcia a finales de los ochenta. Un gol de esos, de genio de futbolín, era lo más parecido a sacar matrícula de honor en el recreo. Lo que aprendes las primeras veces es lo que nunca se olvida. El punto máximo se alcanza, yo creo, a los doce años. Al futbolín se mantienen los vicios ya para siempre. Muchos son los que han ido a casa de algún pijico que tenía futbolín en su garaje, ya carlanco, y le han seguido ganando, fácil.
 Al final del Cavas, el pub más transitado en los años universitarios pamplonicas, también se montaban timbas interesantes al futbolín. Allí jugaban de otra forma, como al mus, discusiones de lo que es cambio y no lo es aparte. Al contrario que pasa en los campos de fútbol, en la madera y los giros de muñeca, dominaba la alegría del Sur, porque jugar en pareja también conllevaba un metalenguaje activo que daría para una tesis de comunicación. Medio partido se ganaba con el gesto al sacar, al darle un tiento al quinto, una calada al pitillo, al celebrar los goles o al mirar a los contrarios. Me ha gustado, claro, la aportación de Juan José Campanella al mundo Futbolín. Pero lo que más, son las ganas que me han entrado de volver a un recreo de 20 minutos con una final al futbolín por delante. ¿Cuáles eran tus futbolines? Vale.

lunes, 17 de marzo de 2014

El futbolín, de los bares a internet

El futbolín, de los bares a internet

Aunque sus orígenes susciten discusiones, lo cierto es que el juego sigue vivo y está hasta en la cartelera de los cines

Un imagen de la película ´Futbolín´De un pueblo de Cataluña a Guatemala, de un bar de Lavapiés al salón-cocina más famoso de la televisión en la serie ´Friends´, el futbolín ha conquistado el mundo; tanto es así que uno de los directores más aclamados de la actualidad, el argentino Juan José Campanella, le ha dedicado su última película ´Futbolín´.
"La idea era imitar los antiguos futbolines presentes en los bares de España. Campanella siempre aclaró este concepto porque en Argentina la mayoría de los ´metegoles´, como se conoce allí el futbolín, no tienen brazos", señala José María de la Puente, jefe de producción de animación de la película. "Hay muchos tipos de futbolines, con o sin brazos, y con diferentes posiciones de brazos, hasta los más modernos que son más icónicos y mucho menos humanos", describe De la Puente.
La variedad ha acompañado a este juego desde sus inicios, cuando el compañerismo, la rivalidad y la destreza, características propias del balompié, se trasladaron a una tabla a finales del XIX en Francia y Alemania. Sin embargo, no fue hasta 1923, hace 90 años, cuando el británico Harold Searles Thornton patentó el primer prototipo del fútbol de mesa.
"Los orígenes del futbolín pueden suscitar ciertos recelos", comenta Antonio Osuna, un apasionado del fútbol que ha creado Soccetable, una empresa capaz de convertir futbolines normales en elegantes mesas para salones.
 "Si nos ciñéramos estrictamente a las fechas de las primeras patentes, la de Thornton fue la primera en Inglaterra; en 1925 su tío Louis P. Thornton la presentó en EE UU; y no fue hasta 1937 cuando Alejandro Finisterre presentó la suya en España. Los tipos de futbolines patentados son distintos y los dos modelos coexisten hoy día: el inglés de una pierna y el español de dos", explica Osuna.
La guerra como origen
El diseño español fue ideado por Alejandro Finisterre, apodo de Alejandro Campos Ramírez (1919-2007), durante su estancia en un hospital barcelonés donde se curaba de las heridas sufridas en un bombardeo durante la Guerra Civil. "Los niños mutilados veían cómo los otros jugaban al fútbol y como yo además estaba cojo, y tenía afición por el tenis de mesa, dije: ´¿Por qué no un fútbol de mesa?´ E hice un plano", relataba Finisterre en el documental ´Tras el futbolín´.
Tras plasmar su idea en un dibujo, el joven Alejandro habló con un carpintero vasco refugiado en Cataluña para conseguir los materiales y armar el prototipo en Olesa de Montserrat. "Se patentó a principios de 1937 pero en las navidades del 36 ya se jugaba", rememoraba Finisterre.
Desde entonces, su éxito y expansión fue fulgurante, aunque ni la fama ni el dinero recayeron en Alejandro. Según describía el propio Finisterre, un compañero que huyó a Francia durante el conflicto comenzó a fabricar futbolines en el país vecino. El juego de mesa se popularizó rápidamente y cuando su inventor reclamó sus derechos, todos los carpinteros del país ya lo elaboraban y era imposible entrar en litigios.
Pero no solo en Francia. El nuevo juego, ya sea en su modelo inglés o el español, había conquistado Europa y se expandía por América. Con el paso de los años, el fútbol de mesa, ´metegol´ o ´foosball´ se fue depurando y puliendo, desde los detalles hasta las reglas y los materiales, aunque con mínimas variaciones respecto a los prototipos iniciales.
"El futbolín ha sufrido una pequeña evolución. Antes todos se hacían de madera y metal, unos materiales que se fueron mejorando", describe Juan José Rodríguez, presidente de la Asociación Española de Futbolín. "Hoy en día la revolución está en el plástico porque es un material que no se deforma, no tiene desgaste y, de esta manera, hay menos elementos que influyan en el juego", asegura Rodríguez. Los futbolines profesionales actuales se realizan con derivados del petróleo y con los muñecos de dos únicos colores diferenciados por equipos.
Del bar a la red
Tras casi cien años de historia, el futbolín se ha instaurado en todo el planeta, con federaciones nacionales e internacionales (este fin de semana se celebra el Mundial de Futbolín en Francia). Las reglas están muy definidas sin apenas variaciones en su estructura. Sin embargo, en pleno siglo XXI, sigue habiendo pioneros españoles en el fútbol de mesa que adaptan este tradicional juego a los tiempos que corren.
"El futbolín es un juego grande y poderoso, la gente lo pasa muy bien. Gracias a las nuevas tecnologías, nosotros le hemos dado una vuelta de tuerca para conectarlo a internet y a las redes sociales", recalca Ignacio Escobar, creador de The Futboling Company, una nueva máquina que adapta las telecomunicaciones, la ambientación y la estética de este juego al mundo actual.
"Se habla mucho del internet de las cosas, pero luego hay pocas máquinas conectadas. Me sorprende que yo haya sido el primero en conectar el futbolín. De aquí a muy pocos años todo estará conectado a la red", vaticina Escobar.
Este emprendedor comenzó su idea hace cinco años pero no fue hasta 2012 cuando sacó sus primeros modelos. "El futbolín nunca ha sabido innovar, sigue siendo una caja de madera con muñecos. En sintonía con los tiempos actuales le tocaba una revisión", justifica Escobar.
El estadio del nuevo Futboling es una máquina monocasco, elaborada 100% en España, por un complejo sistema de rotomodelado. No tiene pinturas, disolventes ni pegamento, y se fabrica en polietileno reciclable. "Lleva mucha ingeniería. Quizá no tiene el glamour suficiente, pero si fabricáramos aviones con la misma tecnología, serían muy potentes", defiende el creador.
El juego posee un software y un algoritmo que, tras darte de alta como jugador, te permite crear tu usuario, avatar y competir en un ranking de toda España. "Antes daba igual quién jugara, quién era tu compañero de equipo y tus contrarios. Eso era tremendamente injusto porque no permite una competición interesante", subraya Escobar.
Gradas repletas
Para enriquecer la experiencia de la partida, Escobar ha mejorado el rozamiento de las barras, y ha dotado a la máquina de sonido ambiente que abuchea y aclama a los jugadores en función del resultado y la localización. Si la partida es en Madrid, el sonido es propio de los estadios Bernabéu o Vicente Calderón; y si es en Pamplona la ambientación es similar a la escuchada en El Sadar.
Además, posee un sistema por el que las bolas se ponen en juego desde la portería que ha encajado el gol, no desde el tradicional cajetín; hay acelerómetros y hasta el árbitro amonesta a los jugadores. "En los futbolines de madera la gente jugaba pero en nuestras máquinas la gente se engancha. Cada minuto hay una partida", se alegra Escobar.
En menos de un año, Futboling ha instalado 26 máquinas en universidades y locales españoles en las que se contabilizan más de 2.000 jugadores y 24.000 partidas. Y ahora se encuentra en proceso de expansión para introducirlo en EE UU.
Pero como explicaba Alejandro Finisterre, el poder de atracción del futbolín no parece acabar. "Yo espero verlo hasta en Marte", señalaba el inventor español.

viernes, 7 de marzo de 2014

Futbolines Deportín

Nuestra historia, está escrita por nuestros clientes y amigos, que nos han seguido desde nuestros inicios, y permanecemos en su recuerdo y su presente.
Esta aventura familiar empezó, antes de que el sonido de la música disco vibrara en las discotecas, y que los golpes de karate invadieran el cine.
Al lado, sonaba un ruido característico. Un lugar de encuentro para la pandilla y donde hacer nuevos amigos. En ocasiones, las escapadas de la escuela; el sitio donde buscar, si no llegaba el chico a casa.
Futbolines Deportín
El sonido lo hacia una máquina de madera y hierro, y la imaginación, hacía el resto.
El clic de la moneda, las bolas que bajaban por el interior, era el momento de fijar los equipos y las reglas. Las bolas en el cajetín, los trasladaba a un campo de futbol. Los dos golpes en el saca-bolas lateral, los transformaba en un jugador, que defendía cada bola, como si le fuera la vida en ello.
Los jugadores se concentran en el juego, su público les anima. Se grita, se discute por una supuesta mala jugada. Los goles se celebran como si de una final deportiva se tratase. Se queda de nuevo para la revancha, en ello, está el orgullo personal.
El futbolín no es solo un juego, es pasión por el futbolín, un reto: Quien hace las mejores jugadas, quien mantiene más tiempo la bola en su poder, quien marca más goles al contrario.
Futbolines Deportín  Futbolines Deportín
La afición se mantiene con los años. Los juegos evolucionan con los tiempos y, Futbolines Deportin y Recreativos Gil, con ellos.
Las videoconsolas se hacen hueco, y otros juegos hacen presencia en el mercado.
Pero sigue habiendo un líder para jugar en equipo, con los amigos y la familia.
Los bares y salones saben del reclamo que supone para sus clientes el futbolín, por lo que se amplía el campo de acción, con la instalación de máquinas recreativas en salones y bares.
La afición lo pide; la pasión por el futbolín se mantiene; el juego, sigue vivo.
En estos años se han organizado campeonatos. Futbolines Deportin, ha sido la marca más solicitada por los organizadores de los eventos, con la garantía de éxito de aforo de participantes y público.
También han sido solicitados para diversas actividades puntualmente, cumpleaños, comuniones etc. Para alegría de los asistentes.
Futbolines Deportín
Se ha fabricado el doméstico, sin monedero. Más ligero y económico, con la misma calidad y belleza, para el recreo de la familia y amigos.
El Mini. Realizado al detalle, con las medidas adaptadas a nuestros futuros campeones.
Al tiempo que se modifican las instalaciones. Se amplían para, en un mismo sitio, poder ofrecer todos los servicios a nuestros clientes.
Taller para el mantenimiento y reparación de las máquinas.
Fábrica, donde poder hacer los propios modelos de futbolín que demandan nuestros clientes.
Oficinas y exposición, donde gestionar la documentación necesaria para los trámites.
Amplio aparcamiento, para la comodidad de nuestros clientes y la carga y descarga de nuestros productos.
Porque, como decía su eje fundador: “Renovarse o morir.” Esta es la cuestión.
Gracias a nuestros clientes que nos siguen después de tanto tiempo, y que confían en nosotros.
Para nosotros, un cliente es un amigo.
Gracias a todos.